El legado de los Benítez
14 junio, 2019
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Durante nuestra visita del proyecto Diseños del Bosque, observamos a un señor que trabaja con mucha destreza y habilidad, desplazándose de un lado a otro por la mitad del aserradero. Don Timoteo Benítez tiene 76 años y muchas historias que contar; aquí en el aserradero, trabaja en el área de estibamiento de la madera, además, es el encargado de acomodarla por tamaños y por calidad. Nos confiesa que a veces trabaja como velador, pero casi no le gusta estar ahí porque trabaja más días y casi no se mueve, en cambio, como acomodador puede dirigirse a su gusto.

Es ejidatario, por ellos, están tres de sus once hijos trabajando en actividades forestales: Bruno, quien usa chaleco morado, trabaja como cortador. Él hace señales con los dedos a sus compañeros para indicarles las pulgadas en que deben cortar la madera.
Al otro lado del aserradero, vimos a Nazario Benítez, cortador y desorillador, quien levantaba el aserrín que dejó el último corte; nos contó que, a diferencia de otras partes de los troncos, aquí no aprovechan estos residuos de la madera. También nos dejó tocar el aserrín y observarle trabajar, ante nuestros impulsos curiosos, él continuó la plática contándonos sobre el árbol chechén y los peligros a los que se exponen los que trabajan con él y son alérgicos; Nazario prosiguió su relato con bastante tranquilidad y nos informó:
“Nadie podría estar tocando el aserrín del chechén tal y como lo están haciendo con el aserrín de caoba, es casi un hecho que ya tendrían comezón y ámpulas”
Sin embargo, seguimos disfrutando la increíble textura de ese material. Tú, lector, ¿has disfrutado de la sensación al tocar aserrín?Julio es el último hijo de Don Timoteo que trabaja en lo forestal, sin embargo*, él no labora en el aserradero, ya que es vigilante en la caseta de entrada al área de aprovechamiento ejidal; fue una lástima no poder conocerlo en persona, pero creemos que lo hubiéramos identificado inmediatamente porque, al igual que sus otros hermanos, seguramente es idéntico a su papá.
Nos pareció muy significativo capturar en una imagen a los tres forestales, después de hacerlo, cada uno regresó a sus labores, menos Don Timo que aprovechó para contarnos un poco más. Nos contó que le gusta mucho su trabajo y se siente muy feliz con tener a sus hijos compartiendo este espacio porque él hizo lo mismo con sus padres, quienes fueron migrantes veracruzanos y dedicaron parte de su vida a lo forestal. Al recordar a su familia, sus ojos se vidriaron, pues recordó que le mataron a uno de sus hijos, hubo una pausa, silencio largo, secó) sus lágrimas y sólo nos dijo:
“Espero que le hagan justicia”
Como le acercaban más y más tablas, decidimos dejarle para que trabajara. Se despidió efusivamente, le deseamos lo mejor y nos regaló una gran sonrisa cargada de serenidad y honestidad.